La mayoría de las fuerzas que declaraban ser marxistas o trotskistas en ese tiempo se basaban principalmente en los estudiantes radicales e intelectuales que se habían desarrollado en el período hasta 1968. La inteligencia, o los intelectuales pueden jugar un papel clave en el desarrollo de los movimientos de la clase obrera, como la historia del movimiento de los obreros rusos lo demostró. Lenin y Trostky y los grandes líderes Bolcheviques, sin tener en cuenta a Marx y Engels, evolucionaron desde la burguesía y la pequeña burguesía. Sin embargo, ellos habían roto, tanto personalmente y más importantemente políticamente, del entorno del que provenían. Ellos resumieron, sumaron, la experiencia de la clase obrera en perspectivas, programas, estrategias y tácticas, así como organización. Fueron ‘puristas’ en precisión teórica y claridad, particularmente en lo referente a las fuerzas sociales involucradas en la revolución, el tipo de organización necesario para la clase obrera, las leyes de revolución y todo lo que emanara de esto. No tuvieron nada en común con los ‘intelectuales’, muchos de ellos socialistas y aún ‘marxistas’, que podían cambiar de ideas, como dijo Balzac, como cambiar de atuendo.
En realidad Marx y Engels, catalogados actualmente, aún por escritores burgueses como ‘sociólogos perceptivos’, fueron invariablemente denunciados en su tiempo como ‘elementos de revuelta, particularmente por sus oponentes ‘socialistas’. Debido a que ellos tenían un fundamento teórico, un método –como Lenin y Trotsky- fueron inoculados en contra de los cambios episódicos y teorías de moda que pueden complicar, por decir lo menos, la lucha por un entendimiento claro en el movimiento obrero. Estos intelectuales no son un factor independiente en la historia, sino que reflejan, a veces adelantadamente, pero mas frecuentemente después de sucedidos, los movimientos que se llevan a cabo, subterráneamente, en la base de la sociedad.
Se evidencia el hosco papel de estos intelectuales en el periodo que siguió al colapso del Estalinismo y la campaña ideológica de la burguesía por el ‘libre mercado’. Con la excepción tal vez de América Latina – en donde una capa de intelectuales socialistas y marxistas se mantuvieron en contra del aluvión de propaganda hostil- la abrumadora mayoría en el entorno intelectual de Europa y América, penetrando aún en el mundo neo-colonial, o capitularon o se acomodaron en una posición pro-capitalista. No solo Francis Fukiyama, sino la mayoría de los intelectuales se han hecho a la idea de que la ‘ideología, y por lo tanto la lucha de clases, están muertas.
Aún ahora, mientras diariamente más y más vemos caer la ‘arquitectura financiera’ del mundo capitalista, revistas como el London Review of Books pública artículos que constantemente se refieren a la era ‘post-ideológica’ y un apenas disimulado desprecio por el proyecto socialista. Alan Badiou, comentando sobre el legado de 1968 en Reseña de
Una parte vital del proceso de la revolución socialista es la preparación, desde los puntos de vista ideológico, político y de organización. La perspectiva de la mayoría de los estudiantes e intelectuales que participaron en los eventos de 1968 fue de tendencia socialista, algunos aún fueron marxistas o trotskistas. Esto se debió al estruendo desde abajo en las fábricas y sitios de trabajo y también porque había un modelo ‘socialista’, al menos en términos económicos, en las economías planificadas de Europa Oriental y
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